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Alejandro Magno Director:
Oliver Stone Intérpretes: Colin Farrell, Angelina Jolie, Val Kilmer, Anthony Hopkins, Rosario Dawson. Nacionalidad: Holanda, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos. Duración: 175 minutos. por Asier Sisniega A la espera del estreno de otro film sobre Alejandro Magno a cargo de Baz Luhrmann en 2006, Oliver Stone ha golpeado primero con un colosal proyecto de 160 millones de dólares, que ha intentado recaudar lejos de Hollywood. Mucho nos tememos que la versión de Baz Luhrmann no aporte absolutamente nada, y sea otra teatral obra llena de canciones y histrionismos como sus anteriores películas. Pero volviendo al Alejandro que hoy nos ocupa, el film ha fracasado en casi todas las contiendas por las que ha pasado hasta ahora, público y crítica de muchos países, sobre todo en el país de donde es oriundo el propio Stone, Estados Unidos. ¿Lleva agua el río cuando éste suena?
La intensa vida de Alejandro se presenta en la película como una clase de historia, donde Anthony Hopkins es el profesor y el público sus alumnos. De un modo más riguroso que de costumbre, pero sin resultar complejo, se suceden multitud de nombres y se reducen en demasía los acontecimientos de su vida a apenas unos minutos. El guión está mucho más elaborado que en otros films recientes, como por ejemplo Troya o El rey Arturo, por poner dos ejemplos, donde prima mucho más la acción que la historia en sí, y donde se tergiversan muchos hechos a favor del espectáculo. Asesorados por Robin Lane Fox, uno de los mayores conocedores de Alejandro, se intenta reflejar la historia de una forma fiel, pero también tomándose ciertas licencias subjetivas como su vida sexual o la figura materna. Su recreación ha contado con la aprobación de un grupo importante de historiadores españoles, sin embargo dista de haber convencido a todo el mundo. El papel interpretado por Angelina Jolie es, por tanto, subjetivo, otorgándole un cáliz enigmático, perverso y cercano a lo brujería. Angelina es utilizada más como reclamo de las masas, donde los protagonistas parecen sus carnosos labios, y aunque su interpretación es breve y correcta, en ciertos momentos resulta excesiva. Algo parecido se podría decir de Collin Farell, que resulta soso en algunos momentos, sobreactuado en otros, pero que en general cumple y lo que mejor logra es mostrar esa ambigüedad sexual, que en la película parece más bien indicar que su sexualidad es sólo una. Stone sí logra que el guión juegue un papel principal como en sus anteriores películas, pero flaquea en bastantes aspectos y el reparto no acaba de convencer. Un importante salto de 5 años se produce en la película en apenas segundos, lo que se antoja insuficiente, aunque claro está, la duración del metraje se habría disparado. Otro elemento importante es el flashback donde se explica la muerte de Filipo, resulta aclaratorio, pero rompe el ritmo de la narración, porque resulta más un pegote que otra cosa. En cuanto al tratamiento de la homosexualidad de Alejandro, algunos expertos en su vida como Valerio Massimo Manfredi, aseguran que éste nunca concedió tanta importancia al sexo y que aunque tuviera amantes masculinos, también tuvo muchas amantes del sexo contrario. En la película se respira un ambiente gay en todo momento, no es algo malo por supuesto, pero sí que se deja notar en el ambiente un cierto toque de admiración almodovariana, que no termina de encajar, pues parece más cerca de Una jaula de Grillos que del director manchego. Asimismo, la mano de Stone no se deja notar apenas. La película recuerda más a un peplum impersonal que a la obra de un cineasta que ha resumido la sociedad norteamericana del pasado siglo. Se deja notar su estilo en las batallas, donde muestra su capacidad para usar multitud de cámaras a la vez en el rodaje y para concatenar planos de pocas centésimas de duración, logrando como en él es costumbre espectacularidad y maestría en el uso de la cámara, pero un cierto toque videoclipero, algo a lo que estamos ya muy acostumbrados. Atención a la escena en que Alejandro se enfrenta a un elefante, de gran belleza, pero que le da un toque demasiado fantasma. Otro punto donde flaquea mucho la película es en la relación entre Alejandro y Roxana, que es bastante pobre, y donde parece más interesado por mostrar los operados pechos de Rosario Dawson y su belleza étnica, así como el trabajado pecho de Collin Farell. A buen seguro, se trate de un regalo a parte del público después de haber asistido a una clase de historia de 3 horas. Y aquí llegamos probablemente a la causa del fracaso de la película hasta el momento. Mientras que a día de hoy en la mayoría de películas históricas el guión hace aguas por todos lados, en todas ellas prima la carnicería y la acción más descerebrada, basta con echar un vistazo a los títulos de la cartelera. Y en esto esta película es diferente. Sí que presenta violencia y sangre, pero el primer enfrentamiento tarda una hora en llegar, provocando que parte del respetable se arrepienta de haber pagado por ver una película que en la mayoría de los casos pensaban que iba a ser de mamporros desde el primer minuto. Éste es un gran problema a día de hoy, el desinterés por el pasado, y sí por lo inmediato. Es algo así como la elección entre playa y museo, claramente gana la primera entre el público mayoritario. Pese a todo esto, y aunque sea un documento histórico más o menos riguroso la película no llega a funcionar, las 3 horas no se hacen pesadas, pero sí que en todo momento se es consciente de que el conjunto no es redondo, así como demasiado sintetizado. Resulta recomendable para aquellos admiradores de la figura del macedonio y para los que les guste la historia, o que simplemente disfruten con una película con algo más que acción. Esperemos que Oliver Stone remonte el vuelo y vuelva a darnos alguna buena obra, aunque parece en una espiral descendente. Valoración:
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