Cars comienza con una competición de carreras de
un joven intrépido pero a la par inmaduro que sueña con alcanzar la gloria y
ser el objeto de todas las miradas, los mejores contratos y las modelos más
espectaculares. Tan sólo una semana después ese mismo corredor habrá madurado,
se mostrará reflexivo e incluso ayudará a los demás. Esta transformación vendrá
precedida de una vorágine de tranquilidad en un pueblecito de la Ruta 66, donde pese a su
oposición hará sus primeros grandes amigos e incluso se enamorará. La
conclusión de esta cinta es poco habitual en el cine americano, se aplica el
“lo importante es participar”, no ganar por encima de todas las cosas y por
encima de todos, sino el fair play y la amistad como cosas más importantes que
lo material del dinero y lo inmaterial de la fama.
Pixar revolucionó la animación, convirtiéndose en
el primer estudio que realizó un largometraje enteramente por ordenador (Toy
Story), encadenando éxito tras éxito al llevar a la pantalla historias muy
cuidadas, con personajes entrañables y carismáticos y sin descuidar en ningún
momento unos guiones y una calidad técnica que situaban a Pixar-Disney un
peldaño por encima de la competencia. Sin embargo, el contrato entre ambas
terminaba y Disney sin Pixar iba a quedar en una situación muy desfavorable,
por lo que finalmente adquirió el estudio de animación el pasado enero,
garantizándose un futuro prometedor con la próxima Toy Story 3 que dirigirá el
propio Lasseter.
En lo que se refiere a Cars, ésta es una película
técnicamente casi perfecta. Se ha dotado a los vehículos de rasgos humanos,
desde unos ojos hasta una boca en la parte superior a la matrícula, acompañando
los gestos con los movimientos de las ruedas y de la propia carrocería. El
resultado es espectacular, unos movimientos fluidos y naturales, que logran
gran expresividad con leves gestos. Una idea técnicamente complicada llevada a
cabo de manera estupenda. Todo en el universo de Cars son vehículos y detalles.
Los espectadores de las carreras son coches, los mecánicos son coches, hasta
los animales y los insectos son coches de diferentes tamaños y diferentes
formas.
Cada segundo de película son guiños a otras
películas de Pixar y de otras compañías, guiños mucho más indirectos que en
películas como Shrek, referencias a la historia pasada de la ruta 66 y su
olvido tras la construcción de las autopistas, a Monument Valley o la vida en
los pueblos más remotos de la
América profunda. Las propias colinas que rodean a Radiador
Springs son formas de vehículos, capós o radiadores. Los paisajes están tan
bien realizados, que por momentos parecen imágenes totalmente reales.
La historia refleja algo tan habitual como que los
jóvenes deportistas de apenas 18 años puedan disponer de millones de euros a
tan temprana edad, tener a los medios de comunicación a sus pies, así como el
sector masculino o femenino. Esta ambición combinada con la falta de madurez ha
llevado a cientos de casos trágicos como todos conocemos. Rayo McQueen es uno
más de ellos.
Las dos carreras que se celebran en la película
son magníficas, emocionantes y dinámicas. Sin embargo, la mayor parte de la
película se desarrolla en Radiador Springs, donde la vida dista mucho de ser
frenética. Y es precisamente esa tranquilidad la que se intenta representar en
la película durante más de una hora, la falta de visitantes, la monotonía del
día a día y la pesadez de los días cuando el sol cae a plomo. El efecto está
bien conseguido, pero puede cansar al espectador, quien no espera que una
película de animación se convierta durante más de una hora en un estudio de la
decadencia de la vida rural americana, sin embargo es un acto valiente y
deliberado por parte de Pixar.
Al final vuelve la vorágine y descubrimos al nuevo
Rayo maduro y enamorado. La historia de amor es convencional, salvando la
evidencia de que se trata de amor entre vehículos, lo cual deja de ser del todo
convencional.
Cars no llega al nivel cómico y dramático de
Buscando a Nemo, ni al humor más maduro de Los Increíbles. Cars no disfruta de
apenas momentos cómicos y tampoco es dramática, pero con todo sigue estando un
escalafón por encima de las películas de animación que producen Dreamworks y la Fox, en especial por el
desarrollo de personajes y la excelencia de los detalles.
En cuanto al doblaje en Estados Unidos vuelven a
contar con voces de famosos para el film, algo bastante lógico tratándose de un
país poco rodado en temas de doblaje. En España como ya viene siendo habitual
se toman voces de famosos circunstanciales como el presentador de la Fórmula 1 de Telecinco
Antonio Lobato, los periodistas Iñaki Gabilondo, Lorenzo Milá o Hilario Pino,
amén de otros muchos corredores de motos y de coches como el propio Fernando
Alonso o su novia la cantante del sueño de Morfeo que interpreta el tema final
de la película, tema interpretado mucho más convenientemente por Sheryl Crow en
Estados Unidos. La mayoría de las voces no descolocan porque son intervenciones
breves y el peso principal recae sobre profesionales, pero los invitados más
que colaborar a la narración distraen del discurso, en especial Antonio Lobato,
cuya reconocible voz no ayuda precisamente a la inmersión del espectador.
Cars es una magnífica película para disfrutar este
verano, en un cine cuyo aire acondicionado hará temblar las gargantas más
portentosas. La película cuenta con un núcleo central lento y tranquilo, lo
cual puede echar para atrás a muchos y en contraposición espectaculares
carreras. Si buscan un humor constante, ésta no es su película de animación. No
se la pierdan.
Valoración: