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Drive



Director: Nicolas Winding Refn.

Intérpretes: Ryan Gosling, Carey Mulligan, Oscar Isaac, Christina Hendriks, Ron Perlman.

Nacionalidad: Estados Unidos.

Duración: 100 minutos.

por Asier Sisniega

Tras el notable éxito cosechado en el Festival de Cannes de 2.011, donde la película fue recibida con una prolongada ovación y donde obtuvo el premio al mejor director, Drive ha cerrado la sección <<Zabaltegi - Perlas de otros festivales>> del Zinemaldi 2011 de San Sebastián. Nicolas Winding Refn, conocido como el “niño salvaje” del cine danés, dirige la cinta. Éste se formó a caballo entre la ciudad de Nueva York y su país de origen, sorprendiendo al mundo a muy temprana edad con el filme Pusher, que llegaría posteriormente a convertirse en una trilogía de culto, que ahonda en los bajos fondos de Copenhague. Drive es su octavo film estrenado en salas, y ha obtenido una amplia distribución en las pantallas norteamericanas, con casi 3.000 copias, logrando una taquilla en su primera semana que ha superado los 11 millones de dólares.


El protagonista carece de nombre. Se le conoce únicamente por su apodo: “El Conductor”. Ryan Gosling da vida a un personaje sin pasado, que no tiene lazos familiares y cuya ciudad de origen se desconoce. Vive solo en un espartano piso de   Los Ángeles, donde apenas cuenta con lo básico para sobrevivir, sin presencia de tecnología alguna. Durante el día es un especialista de cine que rueda secuencias peligrosas con coches. Por la noche, trabaja esporádicamente como conductor experto en huidas tras golpes delictivos. Su código es muy claro, nunca colaborar dos veces con los mismos delincuentes y concederles únicamente cinco minutos para perpetrar el atraco. Sin embargo, parece rechazar el dinero. No se enfrenta a estas peligrosas situaciones para lograr un botín, sino para poder disfrutar de su don: conducir vehículos a gran velocidad como nadie más puede hacer y fundir su cuerpo con la mecánica del automóvil. Su vida se ve alterada por la presencia de una delicada vecina, Irene (Carey Mulligan), que, pese a su juventud, tiene un niño de unos 7 años con un hombre que ahora está en la cárcel. Entre ellos surge una historia de amor no carnal, platónica, encarnando el protagonista la figura del padre y marido ausente respectivamente. Todo cambiará cuando Standard (Oscar Isaac) es liberado de prisión, rompiendo el vínculo que ha unido al conductor con sus vecinos.

El protagonista trabaja en un taller de coches por una escasa cuantía. Según las propias palabras de su empleador, Shannon (Bryan Cranston), el conductor cobra la mitad del sueldo normal, pero no se inmuta y no se queja. Su jefe le consigue un coche de competición para tratar de triunfar en la NASCAR. Para lograr los fondos no duda en contactar con un mafioso de la zona, Bernie, interpretado por un inusual Albert Brooks. Todo se complica cuando el conductor se implica en un robo que no le va a aportar ningún beneficio económico, sino que tan sólo lo lleva a cabo para que dejen en paz a Irene y a su hijo Benicio. Tras un desastroso golpe, se le pone precio a su cabeza, por lo que se ve obligado a internarse en la senda del asesinato y de la autodefensa.




El personaje principal es parco en palabras, apenas entona 20 frases en toda la cinta. Éste guarda grandes similitudes con varios de los protagonistas de las obras de Clint Eastwood, tanto en su faceta de director como en la de actor. Al igual que con <<El Hombre sin Nombre>> de la Trilogía del Dólar de Sergio Leone, nunca llegamos a conocer la identidad de este llanero solitario. Uno se desplaza sobre un caballo, mientras que el otro lo hace sobre un vehículo en las calles de Los Ángeles. En El Jinete Pálido (1985), Eastwood encarna a un particular cura, con tintes sobrenaturales, que defiende a los desamparados. Del mismo modo, el conductor se puede interpretar como un ángel de la guarda que ha llegado a la Tierra para proteger a aquellos indefensos que se cruzan a su paso. Nunca toma la iniciativa a la hora de emplear la violencia, sino que son las circunstancias las que le obligan a matar. De hecho, rechaza portar armas, pese a los peligrosos círculos en que se mueve. Siempre utiliza las pistolas de sus enemigos y únicamente blande un martillo desde un principio en una de las secuencias. Es un héroe atípico, que no quiere robar, que quiere devolver el dinero y no hace planes sobre su futuro rodeado de millones, sino que sólo aspira a seguir con su existencia mundana, compartiéndola con su recién conocido amor, Irene.

Drive supone la adaptación de la novela homónima del escritor James Sallis, si bien sus influencias cinematográficas son innumerables. Desde Bullitt (Peter Yates, 1968), pasando por The Driver (Walter Hill, 1978), hasta el Taxi Driver de Martin Scorsese (1978), cineasta que el propio Refn reconoce como su mayor referente. Drive bebe del universo fílmico de Michael Mann, como por ejemplo Collateral (2004), donde se nos mostraba la noche de la ciudad de Los Ángeles de forma igualmente cautivadora. Mediante la sugerente y extraordinaria banda sonora de Cliff Martínez, crea una urbe mágica con vida propia, que la emparienta con las atmósferas de Lost in Translation (Sofía Coppola, 2003) y de Mulholland Drive (David Lynch, 2001).




Drive disfruta de una espléndida puesta en escena, estilizada y elegante, con numerosas conexiones con el cine de los 70 y las películas grindhouse. El realizador rechaza el uso de la cámara en mano y se inclina por las tomas fijas con gran angular. El montaje, realizado en la propia casa del director en Los Ángeles, compartida a modo de comuna con técnicos y miembros del reparto, goza de un gran poso de autor, llevando algunas escenas hasta los límites de lo razonable sin que ningún personaje abra la boca, sosteniendo las miradas durante decenas de segundos. Esto hace que las posteriores secuencias de cruda violencia, en la segunda mitad del conjunto, sean mucho más duras de sobrellevar. Extrañamente, mientras algunos de los asistentes las repudiaban, tapándose el rostro, otros las jaleaban y aplaudían con pasión. Sea como fuere, la cinta cuenta con una brutalidad desmedida, que por momentos se torna excesiva y no queda tan justificada como en las obras de su admirado Scorsese.

Parece evidente que el director danés está profundamente influenciado por las actuales series de los canales de cable norteamericanos, principalmente AMC y HBO, no en vano Christina Hendricks y Ron Perlman cuentan con papeles importantes en las series Mad Men y Sons of Anarchy respectivamente, mientras que Bryan Cranston es el aclamado protagonista de Breaking Bad.


A nivel interpretativo, Ryan Gosling cumple con solvencia, como en él es habitual, y construye un personaje enigmático alejado de los registros taciturnos estereotipados. El conductor no es un alcohólico autodestructivo con barba de tres días, sino que éste siempre está debidamente afeitado y no vive atormentado por sus pensamientos. Carey Mulligan, actriz nominada al Oscar por An Education (Lone Scherfig, 2009), encarna correctamente a la frágil joven que enamoraría a cualquier hombre con un mínimo espíritu de protección por sus semejantes. A destacar el cambio de registro de Albert Brooks, en su papel de sádico mafioso implacable. Esperemos que en un futuro se prodigue más en personajes similares.

La película funciona de forma excelente a todos los niveles, destacando por su inteligencia, intensidad y romanticismo fuera de lo común. Un film que puede ser considerado postmoderno, claramente de autor, donde incluso un asesinato es mostrado únicamente a través de las sombras sobre el pavimento. En conclusión, Drive entrega 100 minutos de puro cine de calidad.

En el plano negativo, la obra abusa en exceso de la violencia gratuita, hace uso en demasía de la cámara lenta por razones de estilo e hilvana una historia sencilla del mundo criminal, que sin embargo no queda demasiado bien expuesta, pues las relaciones entre unos y otros no son muy nítidas.

Drive es sin duda una de las sorpresas del 2011. Una película que nos hace desear ponernos una chupa de cuero, subirnos a un Mustang y merodear por las largas calles de la megalópolis angelina. No se la pierdan, no lo lamentarán.

Valoración