Harry Potter y las Reliquias de la Muerte Parte 1 y 2

Dirección: David Yates
Intérpretes: Daniel Radcliffe,
Emma Watson, Rupert Grint, Alan Rickman, Ralph Fiennes, Helena Bonham Carter,
Julie Walters, Bonnie Wright, Tom Felton, Jason Isaacs, Robbie Coltrane,
Brendan Gleeson, James Phelps, Oliver Phelps, David Thewlis, John Hurt, Evanna
Lynch, Rhys Ifans, Matthew Lewis, Imelda Staunton.
Nacionalidad: Estados Unidos y Reino Unido.
Duración: 146 y 130 minutos respectivamente.
por Asier Sisniega
El 30 de Noviembre de 2001,
sentado en el sexto asiento de la cuarta fila de la sala primera del Serantes
Kultur Aretoa de Santurtzi, asistí al estreno de Harry Potter y la Piedra Filosofal, la primera
película de la saga. El día 14 de Julio de 2011, 9 años y 7 meses y medio
después, pude visionar la conclusión de este ambicioso proyecto, donde no sólo
hemos visto crecer a los protagonistas, sino que también hemos presenciado cómo
nuestras vidas cambiaban, cómo nuestras preocupaciones eran ya otras y cómo, en
muchos casos, las canas han comenzado a teñir nuestro pelo. Habría que
remontarse hasta el cine de François Truffaut y su
alter-ego Antoine Doinel para encontrar un caso similar, es decir, poder seguir
la evolución del personaje principal desde su infancia hasta la edad adulta.
Todas
las cifras que giran alrededor de Harry Potter son asombrosas. Nada menos que 7
libros que han dado lugar a 8 películas que han recaudado bastante más de 6.000
millones de dólares, la mayor cantidad lograda por una serie cinematográfica.
Pero más allá de las cantidades rimbombantes, el mundo de Harry Potter ha
demostrado sobradamente su calidad literaria, su imaginería sin límites y nos
ha dejado un buen puñado de filmes de excelsa calidad a todos los niveles. Las
dos partes de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte así lo demuestran,
poniendo el punto final de un modo brillante a un viaje de una década.
El
Ministerio de Magia ha caído en manos de Lord Voldemort y sus secuaces. Los
tíos de Harry dejan la casa de Little Whinging al cumplir éste los 17 años. Los
miembros de la Orden
del Fénix acudirán entonces en su ayuda, con el fin de esconderlo en un lugar
seguro. Para ello, y valiéndose de la Poción Multijugos, varios de
ellos se transformarán en clones de Harry, para así poder despistar a los
mortífagos que tratarán de obstaculizar su trayecto. Al llegar a la Madriguera de la
familia Weasley comprobarán que han perdido a varios de sus compañeros, entre
ellos Ojoloco Moody y la lechuza Hedwig. A pesar de ser tiempos difíciles,
Fleur Delacour y Bill Weasley no dudarán en casarse allí mismo unos días
después. Desgraciadamente, el baile posterior se verá interrumpido por un
mortal ataque de los mortífagos. A partir de ese momento, Harry, Ron y Hermione
se verán obligados a vagar por toda Inglaterra en busca de los Horrocruxes, que
albergan en su interior una parte del alma de Voldemort, y que resultan
imprescindibles para su eliminación definitiva. Sin embargo, destruirlos no
será nada fácil. Los mortífagos y carroñeros les perseguirán allá donde vayan.
Por si todo esto fuera poco, el Señor Tenebroso logrará hacerse con la Varita de Saúco, la más
poderosa del mundo, bajo la tumba de Dumbledore. Seguidamente, lanzará su
ataque definitivo contra Hogwarts y contra Harry Potter.
Visionar
las 8 partes de Harry Potter en apenas unos días resulta una delicia para
cualquier buen aficionado al cine. Los formatos domésticos han posibilitado que
podamos llevar frescas las anteriores obras al cine, recordando hasta el más
nimio detalle o nombre. Pocas veces se ha realizado un proyecto tan complejo,
exigiendo tanto del espectador durante tantos años. A lo largo de las diversas
adaptaciones los productores corrían el peligro de ir perdiendo espectadores, a
medida que estos iban creciendo, olvidaban la trama o simplemente dejaban de
acudir al cine. Esta obra en su conjunto obliga, por tanto, a realizar varios
visionados, a profundizar en su complicado argumento, a hilvanar árboles
genealógicos mentales para poder establecer las parentelas de los
protagonistas. No es una tarea sencilla, los nombres de cada uno de ellos
tampoco lo son por norma general, pero el resultado es del todo gratificante,
pues los 8 filmes establecen un hito de calidad cinematográfica sostenida en el
tiempo. Tal y como señalaba un profesor de mi universidad: “Los frutos que se
encuentran en la copa de un árbol son los más difíciles de alcanzar, pero son
los más sabrosos”.
Si por
algo sorprenden estas películas es por su estructura cambiante, cada cinta es
completamente distinta de la anterior, rompiendo esquemas preestablecidos,
sorprendiendo al espectador a cada minuto. Es imposible predecir nunca lo que
va a ocurrir a continuación, y el enfoque y tratamiento aplicado en cada una es
radicalmente distinto, lo cual las otorga mucha frescura. Harry Potter y las
Reliquias de la Muerte Parte
1 difiere completamente de la
Parte 2, y sin embargo, ambas pertenecen al mismo todo.
Visionar ambas de forma concatenada se hace completamente necesario, no sólo
para apreciar las evidentes rupturas estructurales, sino también para cerrar el
círculo.


Así, la
primera parte es una road movie, plagada de exteriores, donde no se visita
Hogwarts en ningún momento y donde los protagonistas se encuentran asolados en
mitad de la cruda naturaleza, y amenazados por todo tipo de viles seres que les
acechan. El avance es lento y pausado, lo cual nos hace identificarnos con la
angustia de los personajes, que no saben qué derroteros tomar. Según afirmaba
el propio director David Yates, buscaba el cinéma vérité, de estilo
hiperrealista cuasi documental. En la segunda mitad, los protagonistas han
encontrado su camino y juegan con las cartas encima de la mesa, desatándose la
gran batalla final, plagada de épica y catarsis colectiva tras una década de
espera. Ambas partes son tan diferentes y, al mismo tiempo, imprescindibles en
su conjunto, como las dos secciones del Kill Bill de Tarantino.
La
desbordante imaginación de J. K. Rowling brilla con luz especialmente
centelleante a lo largo de las 4 horas y media largas de metraje, que se pasan
en un auténtico suspiro. Se vuelven a revisitar algunos de los lugares más
emblemáticos y se reincorporan algunos secundarios de anteriores cintas,
completando el puzzle de personajes, donde cada uno tendrá un final más o menos
afortunado, pero sin dejarse a ninguno en el tintero. Me resultó fascinante
comprobar cómo el primer film, de 146 minutos, finalizó cuando aún creía que
quedaba media película por delante. Digno de magia y digno de estudio. Cosas
del buen cine.

El
reparto a lo largo de toda la saga ha sido sencillamente impecable. Un plantel
apabullante con los grandes nombres de la industria británica, siempre plagada
de excepcionales talentos. También hemos podido comprobar cómo los jóvenes actores
han evolucionado como intérpretes a medida que han cumplido años, hasta madurar
frente a la cámara. Esperemos que tengan una fructífera carrera cinematográfica
o teatral por delante. Por
otra parte, las películas en versión original ganan muchos enteros con respecto
a la versión doblada, ya que en el doblaje, de indudable calidad, se pierde
gran parte de la interpretación del elenco.
El
director David Yates ha cumplido con solvencia en los 4 últimos filmes, pese a
su escaso bagaje cinematográfico previo, donde destacan la aclamada serie de la
BBC State of Play, recientemente adaptada
en Hollywood en un largometraje protagonizado por Russell Crowe, y el brillante
telefilme La Chica
del Café, coproducción de la HBO
y la BBC.
Igualmente
soberbio ha sido el trabajo técnico hasta la fecha. Los diferentes y
prestigiosos directores de fotografía han aportado su grano de arena a hacer de
Hogwarts cada vez un lugar más oscuro, acechado por el mal. Stuart Craig ha
sido el responsable de la dirección artística a lo largo de toda la serie, cuajando
un trabajo sobresaliente, al igual que en proyectos como El Paciente Inglés,
Las Amistades Peligrosas y Gandhi, por los que logró tres Oscar. John Williams
fue el encargado de componer la partitura de las 3 primeras adaptaciones,
regalándonos el imperecedero tema de Hedwig, que ineludiblemente vinculamos al
joven mago. El reputado compositor Alexandre Desplat cumple con solvencia a lo
largo de las dos últimas obras.
Steve
Kloves se ha encargado por su parte de escribir el guión de 7 de los 8 filmes,
acudiendo a Rowling cada vez que le surgían dudas o contradicciones. Su mérito
ha sido doble, ya que ha tenido que escribir buena parte de los guiones sin
conocer los últimos libros de la saga, dejándose llevar por los lacónicos
apuntes verbales de la autora acerca de los hechos venideros. Buena parte del
éxito de esta obra, de casi 20 horas de duración en su conjunto, se debe al
buen tino de sus productores, en especial de David Heyman, que tuvo un gran
criterio a la hora de trabajar en los inicios junto a Chris Columbus en la
selección del enfoque y de las diferentes personas vinculadas a cada
departamento.
Un
aspecto que seguramente funcione muy bien a nivel literario, pero no tanto en
pantalla, es el epílogo. El hecho de ver a los personajes maquillados para
simular que tienen 36 años de edad no queda del todo logrado, ya que su verdadera
edad rondaba los 20. Quizás sea Daniel Radcliffe el que mejor parado salga,
gracias a la barba que luce, pero actrices como Emma Watson (Hermione) o Bonnie
Wright (Ginny) muestran sus jóvenes rostros embutidas en ropas impropias de su
edad, lo cual queda un tanto extraño, más propio de una fiesta Carnaval. Por el
contrario, haber elegido a otros actores adultos hubiera sido incluso una peor
decisión. No conviene olvidar que este capítulo final existe en el propio libro,
así que no se trata de una inapropiada adición para la versión cinematográfica.

Según
la propia Rowling, siempre le han interesado las historias de gente que se ha
enfrentado al horror, por ejemplo a una guerra o a la estancia en un campo de
concentración, para posteriormente volver a empezar desde cero, rompiendo con
el trauma del dolor y el sufrimiento, cubriendo con la esperanza la maldad del
mundo. La gente que logra rehacer su vida suele fundar una familia y ésta le
pareció la opción más noble para el futuro del personaje de Harry, pese a que
su muerte hubiera sido un mejor final, según palabras de la autora.
Otro
punto que me interesa mencionar es el de los premios. Resulta inevitable
establecer ciertos paralelismos entre El Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien
y la obra de J. K. Rowling. La influencia es clara e inevitable. En términos
cinematográficos, ninguna de las sagas desmerece de la otra. Incluso me
atrevería a apuntar que existen más excesos en la dirección de Peter Jackson
que en la de los 4 directores encargados de dar vida a Harry Potter. Sin
embargo, la trilogía de El Señor de los Anillos logró 17 Oscar (8 más que la
trilogía de El Padrino), mientras que los filmes del joven mago no han
conseguido ninguno hasta la fecha, pese a los sobrados méritos artísticos. Es
cierto que la Academia
siempre ha mostrado total indiferencia por el cine de fantasía y ciencia
ficción, pero su errado criterio comienza a producir sonrojo, lo que pone en
solfa por enésima vez la validez de estos premios, y por extensión de los galardones
en general.

Por
otra parte, no termino de comprender por qué estos libros y películas son
considerados infantiles. No veo el motivo que impida que una pareja de sexagenarios
pueda disfrutar tanto como un adolescente. Existen muchos prejuicios alrededor
de Harry Potter, simplemente por el hecho de que las cintas estén
protagonizadas por menores de edad. No obstante, el conjunto de filmes cuenta
con momentos realmente oscuros, cuando no terroríficos, como el ataque de los
dementores a Harry y Sirius Black al final de El Prisionero de Azkabán o cuando
Lord Voldemort abandona su forma fetal para recuperar su cuerpo humano en la
cuarta entrega. A buen seguro, si los protagonistas hubieran sido adultos y la
historia hubiera sido esencialmente la misma, otro gallo cantaría. Aquellos que
no vean estas obras por dichas opiniones sin razón de ser, se estarán perdiendo
arte de gran calidad.
Probablemente,
las 8 partes de Harry Potter pasarán a la posteridad como la saga que marcó
esta época, al igual que Star Wars fue un hito en la suya. Miles de factores
podrían haber arruinado la serie, pero ésta ha salido adelante de forma
magnífica, logrando un hecho histórico: mantener una extraordinaria calidad a
lo largo de 20 horas de metraje, un caso probablemente único a lo largo de la
historia. Aprovechen la oportunidad, vean la última parte en cines y el resto
de la obra en formato doméstico, disfrutarán de gran cine, serán un poco más felices
y su mente volará de la mano de tanta imaginación.
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