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Shutter Island





Director: Martin Scorsese

Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Mark Ruffalo, Ben Kingsley, Max von Sydow, Michelle Williams, Emily Mortimer, Patricia Clarkson, Jackie Earle Haley.

Nacionalidad: Estados Unidos

Duración: 138 minutos

por Asier Sisniega

Martin Scorsese une sus fuerzas con Leonardo DiCaprio por cuarta vez para adaptar el bestseller de Dennis Lehane, autor a su vez de otra novela exitosamente trasladada al cine, Mystic River. Sin embargo, pocas reminiscencias hay en Shutter Island del magnífico trabajo cinematográfico logrado en Mystic River por el veterano Clint Eastwood. Y es que Shutter Island se ahoga en las agitadas aguas que azotan sus acantilados.

En 1954 Teddy Daniels (Leonardo DiCaprio) y Chuck Aule (Mark Ruffalo) son dos agentes judiciales que se dirigen a la isla Shutter, domicilio de los mayores criminales perturbados del país, institución mental única en Estados Unidos y en el resto del mundo. En la isla deberán resolver la desaparición de Rachel Solando, una paciente que ha escapado de una celda fuertemente custodiada y bloqueada por rejas. Teddy pronto encabezará un interrogatorio a aquellos otros pacientes que compartían terapia de grupo con Rachel. El doctor John Cawley (Ben Kingsley), jefe de psiquiatras, no ayudará a los agentes, sino que se convertirá en una constante fuente de problemas y discordancias. Teddy Daniels se irá encontrando progresivamente peor. Sus pesadillas serán recurrentes, jalonadas con imágenes de su mujer fallecida y del rescate de los prisioneros del campo de concentración de Dachau durante la Segunda Guerra Mundial.  


Shutter Island se presenta como un thriller psicológico de misterio, con una premisa argumental de lo más atractiva. La idea de una isla remota, poblada únicamente por la niebla y decenas de dementes, es de lo más sugerente. La respuesta en taquilla al tándem DiCaprio-Scorsese y a los efectistas trailers no se ha hecho esperar, logrando el número 1 en la taquilla americana durante dos semanas consecutivas, con las mejores cifras iniciales de la carrera del director.

El seguidor de Scorsese conoce a la perfección el estilo cinematográfico del director criado en la calle Elizabeth de Manhattan. Su tempo narrativo, su agresivo montaje e inquieta cámara en algunos de sus títulos, y su templanza en otros. Nadie duda de su maestría a estas alturas. Sin embargo, Shutter Island no parece una película de Martin Scorsese. Este hecho podría ser algo a celebrar si conllevara un nuevo estilo narrativo o visual distinto a los ya conocidos, es decir, una reinvención de sí mismo. Shutter Island no termina por definirse, se diluye en una apuesta visual vacua, plagada de tópicos y en una historia tramposa y falsaria, llena de giros de guión manidos e insulsos. La mayor parte del problema radica en el propio argumento, en su tambaleante desarrollo, en la manipulación constante que sufre el espectador. Desconozco si todos estos problemas se encuentran en la misma medida en la novela, pero en la película su peso negativo es tan alto que anulan cualquier inmersión, credibilidad y disfrute. Shutter Island promete mucho más de lo que ofrece.

 

Se dice que Scorsese es el único director de Hollywood que disfruta de plena libertad en la industria. Este privilegio no se atisba en ningún rincón del metraje, al que le falta chispa, garra y fuerza, y que no dejará en la memoria del respetable ninguna huella en forma de imágenes cinematográficas imperecederas. Por si esto fuera poco, los continuos flashbacks no hacen sino lastrar aún más el dubitativo y cansino avance. El flashback final, en el que se explica la desgracia del protagonista y de su familia, es claramente redundante, un postre demasiado digerible para un espectador cada vez menos acostumbrado a estrujar sus neuronas en la sala de cine.

 

A favor de la película se puede hablar del correcto trabajo de Leonardo DiCaprio, que construye un personaje quizás demasiado parecido a otros de sus trabajos. Lo mismo se podría decir de Ben Kingsley y Mark Ruffalo, a los que hemos visto demasiadas veces en personajes equivalentes. Los siempre destacables Robert Richardson (fotografía) y Dante Ferretti (diseño de producción) cumplen sobradamente con su tarea.

Aunque no sea deseo expreso de la película, en su metraje subyace por algunos momentos el eterno debate sobre la fina y delicada línea, a veces inexistente, que separa la locura de la cordura. Se ponen de manifiesto las cuestionables actividades de las instituciones mentales del pasado, y por extensión del presente, bien en los terribles tratamientos que aplicaban (lobotomía), bien en la confianza desmedida en la capacidad de la química para luchar contra los males del alma. Se encuentra presente también la dificultad para delimitar las características de las enfermedades mentales y su complejo tratamiento.

 

Poco más hay que rescatar de una apuesta fallida, que ha costado 80 millones de dólares, y ha recaudado tres veces más. Cuesta entonar estas palabras para hablar de Scorsese, pero éste es probablemente su peor trabajo hasta la fecha, falto de personalidad y con un guión plagado de trampas y artimañas que sólo buscan sorprender artificialmente al espectador. No recomendada en cines y únicamente recomendada si no encuentran nada mejor a mano en televisión o en su videoclub.

 
Valoración: