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 Infiltrados





Director: Martin Scorsese

Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Matt Damon, Jack Nicholson, Martin Sheen, Mark Wahlberg, Ray Winstone, Vera Farmiga, Alec Baldwin.

Nacionalidad: Estados Unidos

Duración: 152 minutos

por Asier Sisniega

Repasando la filmografía de Martin Scorsese cualquier persona destacaría por encima de todo lo demás sus filmes sobre el mundo de la mafia. Sin embargo, Scorsese, profundo amante del cine y en el que la religión ha jugado un papel importante en su vida, ha abarcado muchos otros temas en su obra como la vida de Jesucristo, la noches en Manhattan e incluso musicales y largometrajes dedicados a iluminar al espectador sobre la obra de algún artista como por ejemplo Bob Dylan. Infiltrados supone la vuelta del director 11 años después de Casino al oscuro mundo de los gángsteres. Mientras que unas personas subrayan que Infiltrados es el remake de la película hongkonesa Asuntos Internos, otros indican que pese a tomar algunas ideas de ésta es el cine asiático el que debe mucho en sus últimos años al universo Scorsese, por las influencias que ha supuesto al cine de este continente.

La acción se desarrolla en el Sur de Boston. Tras fallecer la madre de Billy Costigan (Leonardo DiCaprio), éste trata de comenzar su carrera en la Academia de Policía de la ciudad. Sin embargo, los planes que tienen para él son muy diferentes. Pese a estar prácticamente solo en la vida, sus familiares con los que no tiene ningún contacto han estado de un modo o de otro implicados con la mafia. Oliver Queenan (Martin Sheen) y Dignam (Mark Wahlberg) le encargarán la misión de introducirse en el seno de la mafia irlandesa dirigida por Frank Costello (Jack Nicholson), comenzando por ganarse la confianza de sus familiares para que le conduzcan directamente a la cúpula. Simultáneamente, Colin Sullivan (Matt Damon) se convierte en policía en la misma promoción que Billy Costigan, ascendiendo rápidamente en su jerarquía. Lo que no saben es que Colin es un infiltrado de Frank Costello en el Departamento de Policía, hombre que ha sido su único padre desde su niñez. En esta situación límite, todos sospechan de todos, se sabe de la presencia de un enemigo entre sus filas, aunque no de quién se trata. Esta idea de partida se torna mucho más profunda y el director realiza un análisis de la sociedad actual.



Scorsese no pretende hacer una película policíaca al uso, sino que intenta ir más allá y analizar la sociedad de su país tras el 11-S y seis años de gobierno conservador. Para este trabajo cuenta con un número amplio de rostros muy conocidos del séptimo arte, entre ellos Jack Nicholson, que se prodiga muy poco últimamente por la gran pantalla y que llevaba tres años sin ponerse delante de una cámara. El director vuelve a dar el papel protagonista por tercera vez en cuatro años a Leonardo DiCaprio, una decisión controvertida todavía para muchos y que a la postre resulta acertada.

El amplio elenco de famosos no beneficia a la película. En ocasiones se trata de buscar rostros desconocidos para lograr que el espectador dote de una mayor credibilidad a la historia, introduciéndose mucho más en ella. En este caso y pese a ser actores de reconocida solvencia, logra desviar la atención, lo que no favorece el resultado final. Jack Nicholson elabora un personaje correcto, pero en ningún caso próximo a sus mejores composiciones. Matt Damon sigue sin convencer, pues sus registros son muy parecidos película tras película, destacando en muy pocas de ellas, y ésta no es una de ellas. Alec Baldwin y Mark Wahlberg responden a los personajes más tópicos dentro del mundo policial, resumiéndose el segundo a una actitud antisocial plagada de vocabulario grueso.

Muchos asocian a Leonardo DiCraprio con un actor que parece un eterno adolescente, protagonista de los clasificadores de todas las jovencitas y que no puede soportar sobre sus hombros el peso de películas de entidad. Puede haber cierta verdad en estas palabras, pero lo que es completamente seguro es que DiCaprio es un actor que lucha dentro de cada uno de sus papeles en estos últimos años. Realiza en este caso por tanto un trabajo esforzado y protagoniza el mejor trabajo de la cinta. Aquellos que añoren al mejor Robert de Niro de Taxi Driver o Toro Salvaje ver a DiCaprio convertido en su sustituto generacional les puede suponer un trauma. Hay que ser abierto de miras, pero quizá el cambio de De Niro por DiCaprio película tras película no es el más acertado.

De Niro sí iba a estar presente en este trabajo ocupando el papel de Jack Nicholson, pero su segundo trabajo como director en The Good Shepherd se lo ha impedido. En cuanto al argumento es indudable que resulta atractivo y las dos horas y media de metraje no se hacen en ningún caso pesadas. Sin embargo, pese a las extraordinarias críticas que ha recibido tanto por parte de la crítica como del público en otros países el conjunto no alcanza en ningún caso las cotas de cintas como Uno de los Nuestros o la más reciente Casino. La película es sin duda alguna un trabajo de Scorsese, pero le falta mucho del brío, la sangre y el sentimiento de sus mejores cintas. Desconozco si Martin se ha enfrascado en ese lucha contra el reloj por lograr la estatuilla que tantas veces le han robado, pero quizá esa misma presión está jugando en su contra. La trama hace aguas en algunos aspectos, no queda suficientemente justificado el juego a varias bandas que hace Frank Costello con el FBI, los minutos finales son un devenir de muertes y giros argumentales imprevisibles, pero redundantes, apretando las tuercas allá donde no es necesario hacerlo, rizando el rizo hasta el extremo y recordando a los minutos finales fallidos de otros directores de prestigio como Steven Spielberg en los últimos tiempos.

Del mismo modo, tampoco está tan presente la cámara nerviosa que sigue a los protagonistas, que nos convierte en acompañantes allá donde van. Todo lo contrario se puede decir de la banda sonora, repleta de grandes temas de Rolling Stones, Pink Floyd, Beach Boys o los Allman Brothers. Un acierto rotundo.


Con todo, lo más interesante de la película es la reflexión que queda remarcada quizá innecesariamente al final del film y que afirma que Estados Unidos y por tanto su sociedad es un país de ratas, comenzando por la clase política y sin irnos demasiado lejos la policía, las bandas organizadas y la propia población entera. ¿En quién se puede confiar? ¿Realmente hay alguien ahí fuera que no te pueda traicionar a cambio de dinero? Éstas son las preguntas que lanza al aire a través de 150 minutos de película y la conclusión no puede ser más descorazonadora. La ambición sin límites, el deseo de acumular el vil metal y la falta de valores morales han convertido a la sociedad neoliberal del Siglo XXI en una sociedad enferma, enferma de ideas y actos de los que congratularse y sobrada de defectos. En la cinta se subraya la necesidad intrínseca en esta sociedad de escalar más allá de lo lógico en poco tiempo, de hacer dinero rápido sin importar a quién haya que vender por el camino y la total impunidad a la hora de apretar el gatillo cuando perseguimos nuestros propios objetivos, que creemos que justifican por sí solos el precio a pagar, en un conjunto que subraya la frase recurrente “el fin justifica los medios”, pero no especifica si el fin y los medios son correctos para una única persona o para la globalidad.

Como decía descorazonadora cinta, ¿verdad? Sólo por el atrevimiento de mostrar estas afirmaciones merece la pena acudir al cine. No es una de las mejores cintas del director de Queens, pero no lamentará su visionado.

Valoración: