Infiltrados
Director: Martin Scorsese Intérpretes: Leonardo
DiCaprio, Matt Damon, Jack Nicholson, Martin Sheen, Mark Wahlberg, Ray
Winstone, Vera Farmiga, Alec Baldwin. Nacionalidad: Estados
Unidos Duración: 152 minutos Repasando la filmografía de Martin Scorsese cualquier persona destacaría
por encima de todo lo demás sus filmes sobre el mundo de la mafia. Sin embargo,
Scorsese, profundo amante del cine y en el que la religión ha jugado un papel
importante en su vida, ha abarcado muchos otros temas en su obra como la vida
de Jesucristo, la noches en Manhattan e incluso musicales y largometrajes
dedicados a iluminar al espectador sobre la obra de algún artista como por
ejemplo Bob Dylan. Infiltrados supone la vuelta del director 11 años después de
Casino al oscuro mundo de los gángsteres. Mientras que unas personas subrayan
que Infiltrados es el remake de la película hongkonesa Asuntos Internos, otros
indican que pese a tomar algunas ideas de ésta es el cine asiático el que debe
mucho en sus últimos años al universo Scorsese, por las influencias que ha
supuesto al cine de este continente. La acción se desarrolla en el Sur de Boston. Tras fallecer la madre de
Billy Costigan (Leonardo DiCaprio), éste trata de comenzar su carrera en
El amplio elenco de famosos no beneficia a la película. En ocasiones se
trata de buscar rostros desconocidos para lograr que el espectador dote de una
mayor credibilidad a la historia, introduciéndose mucho más en ella. En este
caso y pese a ser actores de reconocida solvencia, logra desviar la atención,
lo que no favorece el resultado final. Jack Nicholson elabora un personaje
correcto, pero en ningún caso próximo a sus mejores composiciones. Matt Damon
sigue sin convencer, pues sus registros son muy parecidos película tras
película, destacando en muy pocas de ellas, y ésta no es una de ellas. Alec
Baldwin y Mark Wahlberg responden a los personajes más tópicos dentro del mundo
policial, resumiéndose el segundo a una actitud antisocial plagada de
vocabulario grueso. Muchos asocian a Leonardo DiCraprio con un actor que parece un eterno adolescente, protagonista de los clasificadores de todas las jovencitas y que no puede soportar sobre sus hombros el peso de películas de entidad. Puede haber cierta verdad en estas palabras, pero lo que es completamente seguro es que DiCaprio es un actor que lucha dentro de cada uno de sus papeles en estos últimos años. Realiza en este caso por tanto un trabajo esforzado y protagoniza el mejor trabajo de la cinta. Aquellos que añoren al mejor Robert de Niro de Taxi Driver o Toro Salvaje ver a DiCaprio convertido en su sustituto generacional les puede suponer un trauma. Hay que ser abierto de miras, pero quizá el cambio de De Niro por DiCaprio película tras película no es el más acertado.
De Niro sí iba a estar presente en este trabajo ocupando el papel de Jack
Nicholson, pero su segundo trabajo como director en The Good Shepherd se lo ha
impedido. En cuanto al argumento es indudable que resulta atractivo y las dos
horas y media de metraje no se hacen en ningún caso pesadas. Sin embargo, pese
a las extraordinarias críticas que ha recibido tanto por parte de la crítica
como del público en otros países el conjunto no alcanza en ningún caso las
cotas de cintas como Uno de los Nuestros o la más reciente Casino. La película
es sin duda alguna un trabajo de Scorsese, pero le falta mucho del brío, la
sangre y el sentimiento de sus mejores cintas. Desconozco si Martin se ha
enfrascado en ese lucha contra el reloj por lograr la estatuilla que tantas
veces le han robado, pero quizá esa misma presión está jugando en su contra. La
trama hace aguas en algunos aspectos, no queda suficientemente justificado el
juego a varias bandas que hace Frank Costello con el FBI, los minutos finales
son un devenir de muertes y giros argumentales imprevisibles, pero redundantes,
apretando las tuercas allá donde no es necesario hacerlo, rizando el rizo hasta
el extremo y recordando a los minutos finales fallidos de otros directores de
prestigio como Steven Spielberg en los últimos tiempos. Del mismo modo, tampoco está tan presente la cámara nerviosa que sigue a los protagonistas, que nos convierte en acompañantes allá donde van. Todo lo contrario se puede decir de la banda sonora, repleta de grandes temas de Rolling Stones, Pink Floyd, Beach Boys o los Allman Brothers. Un acierto rotundo. Con todo, lo más interesante de la película es la reflexión que queda
remarcada quizá innecesariamente al final del film y que afirma que Estados
Unidos y por tanto su sociedad es un país de ratas, comenzando por la clase
política y sin irnos demasiado lejos la policía, las bandas organizadas y la
propia población entera. ¿En quién se puede confiar? ¿Realmente hay alguien ahí
fuera que no te pueda traicionar a cambio de dinero? Éstas son las preguntas
que lanza al aire a través de 150 minutos de película y la conclusión no puede
ser más descorazonadora. La ambición sin límites, el deseo de acumular el vil
metal y la falta de valores morales han convertido a la sociedad neoliberal del
Siglo XXI en una sociedad enferma, enferma de ideas y actos de los que
congratularse y sobrada de defectos. En la cinta se subraya la necesidad
intrínseca en esta sociedad de escalar más allá de lo lógico en poco tiempo, de
hacer dinero rápido sin importar a quién haya que vender por el camino y la
total impunidad a la hora de apretar el gatillo cuando perseguimos nuestros
propios objetivos, que creemos que justifican por sí solos el precio a pagar,
en un conjunto que subraya la frase recurrente “el fin justifica los medios”,
pero no especifica si el fin y los medios son correctos para una única persona
o para la globalidad. Valoración:
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