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La Intérprete La
Intérprete Director:
Sydney Pollack Intérpretes: Nicole Kidman, Sean Penn, Catherine Keener, Jesper Christensen, Yvan Attal Nacionalidad: Reino Unido, Estados Unidos, Francia. Duración: 128 minutos por
Asier Ssniega
Silvia Broome (Nicole Kidman) es una intérprete de la ONU criada en el sur de África y formada en diversas universidades europeas. Es una de las pocas personas que habla un dialecto propio de Motobo, país supuestamente cercano a Sudáfrica. Una tarde Silvia olvida algunas de sus cosas en su despacho, lo que la obliga a regresar al edificio de Naciones Unidas. Allí, casualmente, escuchará una conversación conspirando para matar a Zuwanie, presidente de la República de Motobo, acusado por muchos de genocidio. Es entonces cuando Silvia confiesa al servicio secreto lo escuchado, enviando a Tobin Keller (Sean Penn) para investigar a Silvia y proteger al presidente de Motobo en su pronta visita a la ciudad de los rascacielos. La intérprete construye un argumento sobre la base de un país africano ficticio, Motobo. A partir de ahí nos muestra a su presidente, y las dos alternativas rebeldes a su gobierno. De la misma manera, Silvia nos va desvelando parte de su traumático pasado en el país, y guardándose en su interior mucha de la información necesaria para encajar todas las piezas clave del rompecabezas. A priori la idea es buena, crear un país ficticio que evite dar una mala imagen de un país concreto y provocar la irremediable furia de éste, intentando aglutinar la desgraciada realidad de muchos países africanos en un modelo. Pero esto dista mucho de ser perfecto. En primer lugar, puede parecer una serie de tópicos mezclados y servidos con el lema de todo vale. En segundo lugar, un thriller político complejo como éste requiere una identificación con la materia, por lo que un país totalmente inventado no ayuda nada en una historia que por momentos se vuelve confusa, pues asistimos a diversos grupos de personajes poco desarrollados y que en ocasiones no sabemos a quién pertenecen, algo que sin duda busca Sydney Pollack, especialista en este género, lo que no impide al conjunto mostrar numerosas aristas. Sin embargo, aunque pueda parecer una valoración negativa, el director del estado de Indiana le imprime al filme gran brío, calidad técnica por los cuatro costados y el buen hacer propio de un veterano y laureado director. El desarrollo goza de buen ritmo, atrapa con una ciudad de Nueva York que destila un poco de ese halo que tenía en Eyes Wide Shut del gran Stanley Kubrick, que cuenta con el propio Pollack entre sus protagonistas. Las interpretaciones de ambos actores protagonistas vienen a demostrar por qué son, sin duda, los mejores de su generación. Un Sean Penn atormentado, aunque en menor medida que de costumbre y una Nicole Kidman fría e introvertida, que descoloca con su mirada en este filme, unos ojos que dejan entrever que detrás de su máscara se esconden multitud de secretos y sentimientos, y eso lo logra con tan sólo contemplar sus ojos por unos instantes. Los diálogos son inteligentes y por momentos audaces, haciendo sentir al espectador una sensación de alivio después de haber contemplado multitud de subproductos hollywoodienses descerebrados, un lugar por tanto a la esperanza para las cabezas medianamente amuebladas.
Como off topic, mencionar una anécdota durante la visión de esta película en una sala de cine con unas 100 personas en su interior. En uno de los momentos de más interés de la misma, cuando ambos protagonistas dialogan en el interior de la sala principal de la ONU, un alegre móvil sonó en la sala. No contento con perturbar al personal, el bueno de su dueño decidió responder a voces y mantener una conversación de al menos un minuto, impidiendo al respetable cualquier posibilidad de seguir tan importante diálogo. Entre el individuo en sí y los insultos proferidos por parte de la sala, nos fue a todos completamente imposible enterarnos de nada de la escena. Las cotas que alcanza el egoísmo en estos comienzos del siglo XXI me hacen echarme a temblar, lo cual me lleva a pensar, ¿qué serán capaces de hacer estas personas por dinero o por lograr sus caprichosos objetivos? Como conclusión, y regresando a donde nos interesa, la Intérprete es una buena película, que hubiera alcanzado cotas de extraordinaria calidad si no se resintiera de un argumento demasiado irreal, que deshace el trabajo de haber rodado en escenarios auténticos. Valoración: |