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Jarhead





Director: Sam Mendes

Intérpretes: Jake Gyllenhaal, Jamie Foxx, Peter Sarsgaard, Lucas Black, Chris Cooper.

Nacionalidad: Estados Unidos

Duración: 123 minutos.

por  Asier Sisniega

Cuando todavía se está dirimiendo el futuro de Irak, con una guerra teóricamente finalizada hace más de dos años, los fallecidos se multiplican en salvajes atentados que han acostumbrado a la opinión pública a aceptarlos como un soniquete más de los habituales en telediarios y periódicos. En este preciso instante se estrena Jarhead, una visión de la primera Guerra del Golfo desde el punto de vista de los marines americanos. Sam Mendes, director responsable de American Beauty y Camino a la Perdición se atreve a entrar en el terreno bélico pese a sus orígenes teatrales, terreno que no ha abandonado y que gusta de mantener entre película y película. Británico de nacimiento y casado con la titánica actriz Kate Winslet ha manifestado querer mostrar sólo la visión de los marines, habitualmente ajena a la política y no ofrecer su opinión particular del conflicto.

 
La película adapta el best-seller escrito por Anthony Swofford, un ex-marine que participó en la contienda de 1991. Swofford, de 20 años se verá obligado a madurar rápidamente, el paso meteórico desde la infancia a la edad adulta desde el momento que pone los pies en la base de entrenamiento. Después de un periodo de formación, Anthony y casi medio millón de soldados estadounidenses se dirigirán al Golfo Pérsico para defender a Kuwait de la invasión iraquí. En medio de ninguna parte y durante largos meses los jóvenes militares esperan con ansiedad las órdenes de ataque, y afrontan como pueden el aburrimiento y la tensión de las circunstancias. El ataque finalmente se producirá, aunque todo terminará rápidamente.




Jarhead es un cóctel de películas. Desde el primer momento no se puede evitar relacionarla con El Sargento de Hierro o La Chaqueta Metálica. Las imágenes de las instrucciones militares americanas forman parte ya de la memoria colectiva a fuerza de verlas una y otra vez en sucesivas películas, acompañadas de conocidas piezas musicales. Jarhead puede parecer una sucesión de estos clichés, pero si por algo destaca es por ofrecer un punto de vista totalmente centrado en los marines, en concreto el de una unidad de francotiradores, con un narrador, algo ya marca de la casa en todo el cine de Mendes, que va manifestando sus pensamientos ante la guerra y sus inquietudes.

La cinta se centra en la vida de estos militares y sobre todo en la espera, sus ilusiones de futuro, las mujeres, el dinero, la masturbación como vía de entretenimiento y las continuas y pesadas bromas, además de las inevitables novatadas. Estos marines son niños en el cuerpo de hombres, tan agresivos y rudos a ojos de cualquier ciudadano como cavernícolas, obligados a luchar en guerras decididas por personas mucho mayores y poderosas que ellos. Podemos ver la alta presencia de inmigrantes entre sus filas y personas de las clases más desfavorecidas, el bajo nivel cultural medio e incluso el limitado coeficiente intelectual de algunos de ellos.

Tres cuartas partes de la película hacen referencia a la instrucción en la base y a la espera en el desierto de Kuwait. La forma en que se muestra su día a día puede parecer plagada de clichés, pero ya hemos visto en esta segunda Guerra del Golfo las actividades de los soldados estadounidenses y británicos a través de fotografías y vídeos, donde los límites de lo humano son sobrepasados. Después de seis meses en el desierto la incursión iraquí apenas dura cuatro días. Una batalla librada desde el aire en la que sería la primera guerra retransmitida en directo por televisión. La película muestra la completa desorientación de estos soldados entrenados para matar, pero que terminan la contienda sin disparar y sin ver la cara de sus enemigos. Jarhead decepcionará por tanto a los que esperen una contienda bélica en toda su crudeza, con enfrentamientos directos, tomas aéreas y grandes explosiones. Jarhead lo muestra todo desde el suelo, desde el punto de vista de los soldados, sin ver al enemigo y sin enfrentarse a él, por lo que puede haber gente que querría guerra en la pantalla y que sólo obtiene imágenes de personas preparadas para la guerra, pero así es como fue la historia.



El film no presenta amplias reflexiones de sus protagonistas, más bien todo lo contrario, son superficiales. Son obreros de la guerra, cuyo trabajo es ir a donde les ordene su país, aunque no sepan nada de la realidad del enemigo. Apenas llegan a Irak reciben una breve conferencia acerca de los iraquíes y de las maldades que estos son capaces de cometer sobre los niños y kurdos, para despertar su sed de matar. Resulta también interesante la forma en que se trata su relación con los medios de comunicación, fomentando el discurso único. En cuanto a su director, nada tiene que ver su labor en esta película al Coppola de Apocalypse Now, al Oliver Stone de Platoon o al Stanley Kubrick de La Chaqueta Metálica. Sam Mendes no se posiciona, asegura reservarse para sí mismo su opinión acerca del conflicto.

Esto se puede interpretar de dos formas enfrentadas. La primera es que ha tenido el arrojo de estrenar un film de 70 millones de dólares de un conflicto sin grandes batallas que no ha sido demasiado tratado por el cine, ofreciendo el punto de vista más bajo dentro de la jerarquía militar y sin buscar las escenas de acción gratuitas para sorprender al espectador con efectos visuales y de sonido. Por contra, no utiliza el cine como medio de expresión subjetivo, no intenta abordar el gran cine bélico de autor y se queda a medio camino en una película sin demasiada profundidad que no se decanta por el rechazo o por el panfleto militar. Sam Mendes ha sido muy criticado en este aspecto en sus anteriores películas, por su superficialidad y por su intento de mostrar valores liberales que se acaban transformando realmente en conservadores.



Habrá gente que no soporte una hora y media de payasadas de militares con pocas luces. No estarán dispuestos a pagar el alto precio de una entrada de cine por algo ya visto mil veces, pero es la realidad de los ejércitos actuales, compuestos en gran parte de clases sociales bajas cuando no excluidas, con una visión del mundo limitada y más cercana al materialismo que al humanismo.

En cuanto al nivel interpretativo Jake Gyllenhaal está en su año sin duda alguna. A la espera del estreno de Brokeback Mountain de Ang Lee, Jake es ya una de las firmes realidades de su generación y favorito por su papel de cowboy homosexual en los próximos Oscar. Para Jarhead ganó bastantes kilos de puro músculo y realiza un buen trabajo, aunque su edad real salte a la vista que es superior a la del verdadero Swofford. Jaime Foxx y Chris Cooper se reservan papeles más secundarios, sin demasiado lugar para lucimientos. Destaca Peter Sarsgaard, un actor con mucho trabajo últimamente. Subrayar la fotografía de Roger Deakins, que sustituye al fallecido Conrad L. Hall como habitual de Mendes. Con bastante cámara en mano, aplica unos tonos espectaculares al desierto, destacando las tomas finales en los campos petrolíferos ardiendo, el cielo totalmente negro y dominado por las intensas llamaradas, gracias a un sabio uso de los efectos digitales. La mejor escena de la película es aquella en la que un excombatiente de Vietnam se sube al autobús en que regresan los militares. Marcadamente deteriorado y psicológicamente enfermo estrecha las manos de los jóvenes militares. Como bien dice la película, todas las guerras son diferentes, pero todas las guerras son iguales. Como anécdota, la película fue rodada realmente en el Sur de California y en México.  



Teniendo todo esto en cuenta, Tres Reyes, otra de las pocas películas que se ha hecho sobre el conflicto, es una película muy superior, puede parecer bañada en la ligereza de un robo de oro, pero toca temas más candentes e incluso es más dinámica.

Como colofón, remarcar que Jarhead no intenta emular ninguno de los clásicos del cine bélico. No intenta expresar una opinión como Senderos de Gloria, sino que durante dos horas muestra el día a día de un grupo de soldados con las inquietudes de cualquier joven de su edad pero llevado al extremo. Quien espere una continuación de Rambo ésta no es su película. Del mismo modo, el que no esté dispuesto a soportar las estupideces de un grupo de soldados que tampoco pase por la taquilla. Recomendable.


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