Night of the Proms 2007 - Madrid - 31-3-2007
Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid

por Asier Sisniega
Por segunda vez desde que en 1984 dos
estudiantes belgas crearan este espectáculo la gira Night of the Proms llega a
España. En aquella ocasión, concretamente el 27 de noviembre de 1995, el cartel
de estrellas fue de excepción: Bryan Ferry (líder de Roxy Music), Roger Hodgson (ex Supertramp), Al Jarreau, John Miles, Andrea
Bocelli, Danza Invisible y la orquesta Il
Novecento. 12 años después el festival se vuelve a repetir en el mismo
lugar, el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid.
La propuesta no es otra que combinar una
orquesta y un coro con conocidos grupos y músicos pop-rock. El resultado es
singular, una mezcla excelente de música clásica y temas pop conocidos por el
gran público durante más de 3 horas que incluyen un descanso de 20 minutos. Los
recintos elegidos en España fueron el Velódromo Luis Puig en Valencia el día 30
de Marzo y el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid el
día 31 de Marzo. El plantel lo formaban Mike Oldfield, el grupo británico Tears
for Fears, la ex Mecano Ana Torroja, el tenor británico Tony Henry, el también
británico John Miles, la gallega Rosa Cedrón ex cantante de Luar na Lubre, la
orquesta Il Novecento, el coro Fine Fleur y la Electric Band. El motivo de mi
desplazamiento a Madrid no era otro que ver a Mike Oldfield casi 8 años después
de su última gira en 1999 presentando Tubular Bells III y Guitars, además de disfrutar del espectáculo del resto
de artistas.
Debo reconocer que a priori y para aquel que
no conozca el formato Night of the Proms el concierto puede parecer una simple
reunión de viejas glorias que vivieron tiempos mejores y que ahora se arrastran
por el escenario, en un conjunto donde abunde el playback, mostrando un
producto caduco y hortera. Nada más lejos de la realidad, Night of the Proms es
un espectáculo portentoso, apoyado en un gran gusto, una exquisita representación
e iluminación, abundancia de medios y un poso de categoría. No se trata de un
concierto de música clásica convencional, sino de un festival, de una noche de
alegría y jolgorio nada forzada y sí totalmente natural. Según la organización,
el éxito de los dos conciertos españoles ha propiciado que para el año 2008 el
espectáculo se amplíe a cuatro ciudades, con la intención de continuar
creciendo en nuestro país.
En torno a las 18:45 de la tarde apenas un
par de cientos de personas se apostaban frente a las puertas del magnífico
pabellón madrileño, inaugurado en 2005 después de una fuerte inversión tras el
incendio padecido por el antiguo Palacio de los Deportes. La gran mayoría de
los que allí se encontraban lo hacían por el mismo motivo que yo, volver a ver
a Mike Oldfield en concierto. Algunas caras eran conocidas, miembros de páginas
web sobre el músico británico y grandes conocedores de su obra. No dejaron de
tomar fotos del grupo que formaban e incluso comparar a uno de ellos con un
peinado cual Jesucristo con la portada del álbum Ommadawn de 1975. Con la
lluvia que amenazaba implacable con remojarnos, las puertas se abrieron con
diez minutos de retraso. Tras haber escondido con suma cautela mi cámara de
fotos en lo más hondo de mi cartera logré salvar el escollo de la seguridad del
pabellón. Ya en el interior y fruto de las carreras del público comenzamos a
avanzar al trote, más por imitación que por necesidad real. Ya en la pista del
pabellón y tras admirar su generoso tamaño, propio de un coliseo de la NBA, me coloqué junto a mi
acompañante en las primeras filas frente al centro del escenario.
Durante los minutos previos al comienzo del
espectáculo se fueron proyectando en las pantallas imágenes de Night of the
Proms de otros años, con cantantes como Sting, Seal, James Brown y muchos
otros. Pocos minutos antes del comienzo del espectáculo y con la orquesta Il
Novecento y el coro Fine Fleur sobre el escenario, el pabellón distaba mucho
del lleno, aunque posteriormente alcanzaría al menos tres cuartos de la
entrada, una auténtica lástima dado el espectáculo y unas entradas no demasiado
caras para un concierto de más de 100 músicos y una destacable parafernalia.
Tan sólo unos minutos después de las 9 de la
noche el concierto dio comienzo con una introducción de la orquesta y el coro haciendo
un resumen épico de las tres próximas horas de música que iban a disfrutar
nuestros oídos. Sin embargo, tan sólo un minuto después de comenzar y con toda
la maquinaria en funcionamiento, los altavoces dejaron de sonar, la iluminación
se perdió al igual que la imagen de las pantallas. La orquesta de manera muy
profesional continuó tocando, aunque la música era casi imperceptible. Un
técnico se acercó a Robert Groslot, director de la orquesta, para indicarle lo
que sucedía. Éste ordenó que se detuviera el comienzo del concierto. Todos los
músicos y cantantes abandonaron el escenario. Unos minutos después se recuperó
todo el sistema, se aplaudió a Il Novecento y a Fine Fleur por los problemas
que habían sufrido. Javier Abascal, presentador del evento, pidió perdón al
respetable por lo sucedido y bromeó acerca de que alguien había desenchufado
los cables. De esta manera, se reanudó el concierto ya sin problemas.

Tony Henry saltó a escena epatándonos con su
portentosa voz mientras afeitaba al presentador Javier Abascal en una graciosa
interpretación de “El Barbero de Sevilla” de Rossini. Poco después la voz de
Ana Torroja inundó el pabellón interpretando “Hijo de la Luna”, aunque aún tardaríamos
en localizar la presencia de la cantante, que estaba siendo transportada sobre
una plataforma por la pista del recinto mientras cantaba. Una propuesta
original que desviaba la atención del escenario y que lograba un marco
espectacular con el imponente fondo casi repleto de espectadores. Yo no me
percaté, pues trataba de no perder detalle de lo que sucedía sobre el escenario
y a la vez sobre la pasarela, pero según comentan muchos de los presentes y la
prensa Ana se equivocó en la letra y se detuvo durante varios segundos en su
interpretación. En esos momentos la iluminación del escenario era sencillamente
espectacular, a un gran telón de fondo se le unían cinco estructuras con tres
extremidades que bailaban sobre el escenario logrando una bella iluminación,
debidamente acompasada con la música. No sería hasta casi el final del
concierto cuando Ana Torroja volviera a saltar al escenario.
En los siguientes minutos se combinaron temas
interpretados por la orquesta, por John Miles y Tony Henry. El tenor cantó el
tema “Nella Fantasia” de la película La Misión, maravillosa banda sonora del maestro
italiano Ennio Morricone. Otros temas interpretados por Henry fueron “La Nostra Favolla” o “Delilah”.
Esta última le llevó a recorrer la pista al igual que Ana Torroja sobre una
plataforma. Tony Henry demostró que además de una portentosa voz, es un showman
capaz de alegrar al más mustio de los espectadores. John Miles y Tony Henry
interpretaron a dúo el “Miserere”, en una mezcla de voces que era una delicia
para el oído. El propio John Miles se sentó al piano para interpretar el que es
el himno del Night of the Proms, el tema “Music”, una declaración de amor a la
música.

La
orquesta por su parte se atrevió con temas
clásicos como “Carmen” de Bizet, los
“Preludios” de Lizst, “El Pájaro de
Fuego”
de Stravinski, “El Vuelo del Moscardón” de Korsakov
y “The Raiders March” de la
banda sonora de Indiana Jones y el Arca Perdida compuesta por John
Williams y
que todo el pabellón tarareó al unísono en un
ambiente totalmente festivo.

Chico & the Gypsies, fruto de la
separación de Chico Bouchikhi de los Gipsy Kings, amenizaron la noche con su
rumba catalana en temas tan conocidos “Bjobi, Djoba”, “Volare”, “Bamboleo” y “A
mi manera”, versión flamenca del tema de Frank Sinatra. El grupo estuvo muy
animado y logró encandilar al público hasta el punto de que los responsables de
seguridad tarareaban las letras. Fueron el complemento perfecto para animar al
personal y conseguir romper la timidez de los pocos espectadores que aún no se
hubieran rendido ante su desenfado. A destacar la calidad de su guitarrista,
que colaboraría posteriormente en un tema de John Miles.

Curt Smith de Tears for Fears apareció en el
escenario interpretando una versión lenta de “Mad World”, tema que en los
últimos meses y gracias a la publicidad de un videojuego ha regresado a lo más
alto de las listas en la voz de Gary Jules, 25 años después de su lanzamiento.
La canción fue abreviada para dar paso a otros de sus Greatest Hits como
“Everybody wants to rule the World”, “Sowing the Seeds of Love” y “Shout” ya
con Roland Orzábal sobre el escenario. El conjunto de canciones sonó
francamente bien, en especial el primer y último tema que no pudieron dejar
indiferente a nadie. Pese a que muchos los menosprecien por sus ritmos
ochenteros hay que decir que su actuación fue buena y que mantienen la forma
pese a los años transcurridos.


Tras el descanso, el concierto arrancó de
nuevo con gran puntualidad a las 23 horas de la noche. John Miles interpretó el
tema “La Sagrada Familia”
de Alan Parsons Project que él mismo interpretó en su día para el disco Gaudí.
El tema no pudo ser más épico y majestuoso, acompañado de una gran iluminación
y de una enorme pantalla de LEDS que desde hacía más de una hora acompañaba
visualmente las canciones. El resultado fue excepcional, con una voz limpia y
un sonido casi perfecto. Posteriormente el propio Miles, Tony Henry y la
orquesta interpretaron algunos de los temas mencionados anteriormente para
luego dar paso a Ana Torroja, que sólo aportó dos canciones más: “Me colé en
una Fiesta” y “Barco a Venus”. El público y la prensa señalan que su voz estuvo
muy limitada, muy lejos del espectáculo que estábamos presenciando. No sé si
porque conozco poco la discografía de Mecano, si fue debido al espectáculo de
luz y de vídeo o por la generosa minifalda y espectacular figura de Ana, que no
me apercibí de este hecho. La causa sería seguramente los nervios por ver a
Oldfield ocho años después.



Con un vals, que sirvió de excusa para que
los técnicos colocaran el piano y las guitarras para la actuación de Oldfield,
parte del público se lanzó a bailar con más voluntad que éxito. La irrupción de
las guitarras y del propio Oldfield supuso el estallido del recinto que tenía
mucha hambre del músico inglés, sin olvidar que la inmensa mayoría de los allí
presentes se habían desplazado ex profeso a escuchar al creador de Tubular
Bells. Comenzó con la pieza que acabo de mencionar acompañado del bajo y sin
acercarse en ningún momento al piano. El bajo fue sustituido por su guitarra, cuajando
un magnífico extracto de su obra más conocida, a pesar de las distorsiones de
los últimos segundos, deliberadas según aquellos que estuvieron también en el
concierto de Valencia, pero que sonaron extrañas a nuestros habituados oídos.
Yo estaba en una nube, por la oportunidad de poder oírlo en directo tantos años
después y estar tan cerca de este genio. Entre tema y tema no se despegó de un
papel que guardaba en su americana y que en un pobre pero gracioso castellano
fue presentándonos las a todas luces escasas cinco canciones de la gala. Un
extracto de “Ommadawn” fue el siguiente tema que sonó simplemente delicioso
acompañado del coro Fine Fleur de 50 personas, pese a su brevedad de apenas cinco
minutos. A continuación en “Shadow on the Wall” la voz corrió a cargo de John
Miles y la orquesta se dejó notar sobremanera. El primer solo de guitarra no lo
ejecutó Oldfield, si bien sí lo haría en el segundo. Las últimas dos canciones
contaron con la voz de la cantante gallega Rosa Cedrón, que pese a las dudas
iniciales, resultó un descubrimiento para interpretar los temas “To France” y
“Moonlight Shadow” con su bella voz. En el descanso de ambas canciones, que
sonaron francamente bien, Oldfield realizó la promesa de regresar a España para
ofrecer un concierto más largo. Esperemos que pronto la cumpla.

Evidentemente el músico de Reading no toca la
guitarra como cuando tenía 20 o 30 años, pero su inconfundible sonido y su
portentosa guitarra, que hace sentir como ningún otro músico lo logra,
estuvieron allí presentes. La genialidad no se pierde por mucho que la edad no
perdone o que sus últimas obras sean muy decepcionantes. Para mí fue de nuevo
una gran oportunidad de disfrutar de su música, pese a que los apenas 32
minutos de concierto se me pasaron en un suspiro, como esos platos que se
paladean lentamente intentando evitar que se terminen.


Un par de grandes corazones tomaron la
pantalla gigante y fueron apareciendo en escena casi todos los artistas de la
noche mientras entonaban “All you Need is Love” de Los Beattles, en una
despedida en la que no aparecieron el grupo Tears for Fears ni Mike Oldfield,
al parecer por tener que tomar el avión de regreso a las islas británicas. No puedo olvidar resaltar que el sonido durante la práctica
totalidad del concierto fue bastante bajo, aunque según dicen los
entendidos es muy difícil lograr un sonido más intenso en una
combinación de música clásica con instrumentos propios del pop y del
rock.
Night of the Proms es un gran espectáculo
para todas las edades, que ha triunfado durante décadas en Europa, logrando el
pasado año más de 600.000 espectadores y convirtiéndose en la gira permanente
anual más importante del mundo. Esperemos que el formato triunfe en España
porque lo merece, pero me temo que en este país, en ocasiones muy ignorante, la
fórmula no acabe cuajando, más aún si un hombre con tanto tirón en España como
Oldfield no ha llenado los dos recintos de Madrid y Valencia. El tiempo me dará
la razón o me la quitará, espero estar equivocado y que el espectáculo se consolide.
Agradecer la información aportada por Jorge que ha ayudado a mejorar este artículo.