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El Rey Arturo Director:
Antoine Fuqua Intérpretes:
Clive Owen, Keira Knightley, Stephen Dillane, Ioan Gruffudd, Mads
Mikkelsen Duración:
130 minutos El director Antoine Fuqua regresa a las pantallas tras el fracaso de Lágrimas del Sol, película en la que Bruce Willis compartía protagonismo con la siliconada Monica Bellucci. Previamente, en 1998 había dirigido Asesinos de Reemplazo y Training Day en 2001, interesante film que le valió el segundo oscar a Denzel Washington. En esta ocasión, cambia diametralmente de temática y viajamos a la Edad Media de mano del rey Arturo. Un siglo atrás el pueblo Sármata había caído derrotado por los romanos, pero gracias a su valentía fueron perdonados de la muerte. Como castigo, sus descendientes lucharían junto a las tropas romanas. Muchos años después, Arturo y los caballeros de la mesa redonda, sármatas de nacimiento, servirán a Roma durante 15 años, momento en el que recibirán un salvoconducto que les abrirá las puertas de la libertad. Sin embargo, una última misión perturbará su ansiado objetivo. Deberán rescatar una familia romana próxima a caer en manos de las tropas Sajonas que avanzan por el Norte, tratando de salvar al primogénito, que es visto como futuro obispo para Roma. Si en algo destaca esta nueva visión de Arturo es en las diferencias con las versiones precedentes. La propia película se anuncia como la historia verdadera, mientras que al inicio de la proyección se señala que es una hipótesis que se baraja por los historiadores. Pero olvidándonos de lo referente a la fidelidad histórica, la película no deja de ser otro producto más de la factoría Bruckheimer. El director, que había hecho un trabajo aceptable con Training Day, sigue empeñado en mostrarnos ese lado oscuro de la vida, lo cual se refleja en una película de contínuos tonos oscuros y azulados. Si su objetivo era darle un cierto aire documental no lo logra en ningún momento. El esquema es simple, buscar el éxito comercial encadenando escenas de acción trepidante con momentos de convivencia entre los personajes. Pese a esta premisa, los personajes resultan absolutamente planos, sin ningún tipo de reconstrucción moral, ni profundidad. Nos volvemos a encontrar con personajes MTV, al igual que en la reciente Troya. Pese a todo, el guión no es tan pobre como cabría esperar de un producto que fue ofrecido a Michael Bay, responsable de algunos de los bodrios más recientes del cine comercial como Pearl Harbor o Dos Policías Rebeldes. La película está plagada de tópicos. No podían faltar los personajes de una belleza radiante para que queden perfectos en esos primerísimos planos donde podemos apreciar hasta sus pabellones auditivos. El elemento romance y escena de sexo no podía faltar para contentar a aquellos espectadores que lo pudieran echar de menos. Pero la doble vertiente de Keira Knightley como guerrera y amante no cuaja en ningun momento, resultando poco o nada creíble. En contraposición, la voz de Arturo es la del doblador más hombre que ha visto nacer la península ibérica. Cada vez más vamos encaminados a doblar peso en las películas de Hollywood, y no en el interpretativo, sino en la masa corporal, o sino recordar en Troya a Brad Pitt y cualquiera de sus amantes, donde la relación 50 a 100 es más que factible. Sigamos con los tópicos, el rescate de la familia romana recuerda más a una incursión tras las líneas enemigas del panorama militar actual, por lo cual la imaginería de la historia se debe más a la prensa que al buen hacer de los guionistas. Otro hecho reseñable son las conversaciones entre los personajes, siempre habrá un personaje que irá soltando continuos chistes, y el resto de personajes tratarán siempre de dejarse entre ellos a dos velas recurriendo a argumentos como la virilidad o las inclinaciones sexuales. Para ver esta película acudí como gran parte del público a esos majestuosos y fríos centros comerciales con suficientes salas para contentar a la familia más exigente. Sin embargo, curiosamente, y a pesar de la gran cantidad de títulos, muy pocos resultan del mínimo interés. Pero a lo que vamos, el sonido en las salas. Bien es cierto que la tecnología ha avanzado mucho, que los efectos de sonido son realmente increíbles y que no hay nada como ver una película que nos guste con el sonido potente, pero los volúmenes de estas salas claman al cielo. Superar los 120 decibelios supone un peligro para la salud, algo que parece importar poco a estas multinacionales del cine, empeñadas en que se te seque la boca y consumas más bebidas refrescantes en sus locales. He aquí una persona acostumbrada a los pubs, bares y demás industria del sector servicios, con sus equipos atronando, pero cuando el suelo tiembla o tus oídos comienzan a sufrir pinchazos estando situados a no menos de 10 metros de los altavoces la cosa comienza a preocupar. Cada vez echo más de menos los cines de barrio o esas sesiones veraniegas al aire libre. Bien es cierto que el sonido imprime espectacularidad, pero superado un límite resulta molesto y le resta toda credibilidad. Ésta es la típica película que al día siguiente te preguntas lo que hiciste el día anterior por la noche. Pues sinceramente ver otra película actual olvidable, que incluso se hace pesada por momentos y a la que le sobra metraje. Valoración: |