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Cirque du Soleil - Kà
MGM Grand Hotel & Casino - Las Vegas



por Asier Sisniega

En noviembre de 2007 tuve la fortuna de disfrutar del colosal espectáculo Kà del Cirque du Soleil en la ciudad de Las Vegas. Es uno de los cinco espectáculos permanentes creados por la empresa de Québec en la ciudad del pecado y sin duda, el más ambicioso y avanzado tecnológicamente. Próximamente se espera la inclusión de dos nuevos espectáculos permanentes en la ciudad. El Cirque nunca ha permitido la emisión por televisión de sus espectáculos residentes, para no perder espectadores, hasta que ha brindado la posibilidad a la televisión pública francesa y alemana de emitir uno de los cinco shows de la ciudad de Nevada. Estos eligieron Kà. Así, he podido revisar desde la comodidad del hogar el extraordinario espectáculo y he decidido recuperar la crónica que entonces escribí: 

Mi conocimiento de este famoso circo canadiense se reducía a los tráileres visionados a través de Internet, que me habían formado una idea épica en torno a Kà. Aún así, nunca había visto uno de sus espectáculos completos por televisión, tan sólo extractos, y había desperdiciado las dos ocasiones de disfrutarlos en Bilbao, debido a su elevado precio. No era consciente de su peculiar forma de humor, ni de sus trajes, aunque sí de su combinación de música en directo y exhibiciones de las posibilidades físicas del cuerpo humano llevadas al extremo.




 
Ya desde la misma entrada se podía percibir que aquello no era una atracción al uso, sin duda era especial. Uno de los actores mostraba con un gesto magistral el desagrado que sentía por cada persona que accedía al recinto. El hombre observaba el ticket, para posteriormente dedicarte una mueca de náusea. Muy original. Otro miembro del equipo se afanaba por iluminar con un diminuto dispositivo el fuego del cigarro que indicaba la prohibición de fumar en el interior. Presionaba con su mano sobre el cristal, logrando un tono rojo incandescente que alumbraba el dibujo del cigarro de forma regular, subrayando que se trataba de una zona libre de humos. Otro, mientras tanto, tomaba una vulgar servilleta de papel del hotel para transformarla en una bella flor cuyas hojas se bañaban en luz tan sólo una vez. Hecho esto, la entregaba a alguna persona de la cola, que la recogía maravillada.

El teatro era impactante. Grandes columnas industriales se sucedían en tonos dorados, unidas unas a otras a ambos lados del escenario principal por pasarelas. En el centro, donde debía hallarse el escenario, no había absolutamente nada, tan sólo un foso vacío y unas llamaradas que se sucedían a intervalos. Una de las actrices me indicó, no sé si bromeando, que mi sitio estaba ocupado. No era así, ya que los que sí lo estaban eran los asientos contiguos.







Aquel lugar era enigmático. Al estar junto al pasillo, una actriz del Cirque du Soleil se dirigía a mí constantemente en una conversación absurda, sin sentido. Se asemejaba a Betty la fea, vestida como una cavernícola, delirando en voz alta. Unos minutos más tarde, otros miembros del circo se descolgaron desde las pasarelas bocabajo sujetos por cables, para volver luego a su posición inicial mediante un salto de varios metros. Mientras tanto, otros imitaban a Roberto Benigni, pasando de asiento en asiento por el patio de butacas.

Jamás en mi vida he sentido tanta frustración para explicar algo que haya visto en un viaje. Tratar de poner en palabras este espectáculo puede asemejarse, supongo claro está, al sentimiento de falta de entendimiento que pueda tener un astronauta a su regreso de la Luna. Por más que uno intente aportar datos y añadir detalles, estos son insuficientes. En este caso sí que una imagen vale más que mil palabras. Y si esa imagen es en directo en el Kà Theatre, tanto mejor.




Daré algunas cifras. Más de 220 millones de dólares empleados en levantar el teatro expresamente construido para el efecto, cuyo estreno tuvo lugar a comienzos de 2005. 30 millones de dólares dedicados a trajes. Un foso de 70 metros de profundidad en donde debería encontrarse el escenario. Varias estructuras móviles, de las cuales una de ellas gozaba de entera libertad, desplazándose tanto en sentido vertical como horizontal y todos los giros posibles en las tres dimensiones. Esta superficie, totalmente libre en sus movimientos, contaba con más de 15 metros de longitud por 7 de ancho. El patio de butacas puede albergar cerca de 2.000 individuos y cada asiento está equipado con un sistema de dos altavoces en el respaldo. Las dimensiones son espeluznantes, en todos los sentidos. Baste decir que seguramente se trate de la mayor inversión que ha afrontado el ser humano para un espectáculo. Factura pagada íntegramente por la empresa MGM Mirage.

Una voz en off nos narró sólo inicialmente la historia de dos gemelos imperiales separados en su pubertad y cómo cada uno de ellos debe afrontar el descubrimiento de la vida. Ésta es la primera representación del Cirque du Soleil que sigue una línea argumental. Es entonces cuando apareció el escenario, girando a gran velocidad, impulsado por los remos de numerosos marineros. Esta estructura, que literalmente volaba, se apoyaba, para una mayor verosimilitud, en un trabajo extraordinario de iluminación y en abundantes efectos visuales. Una exhibición de lucha con gran cantidad de actores en escena, dio paso a una batalla donde la mayoría de miembros de la corte morían víctimas de un mar de flechas, mientras otros caían al vacío. Los pocos supervivientes se enfrentarían a una tormenta en medio del mar, que acabaría por hundir el barco en que huían. Uno de los protagonistas fue descendiendo hasta las profundidades marinas en otra maravillosa muestra de los juegos realizados con la luz. A esto siguió una escena de playa, donde la arena se vertió sobre el vacío y una primera lucha vertical, donde los contendientes se apoyaban en pivotes que de pronto sobresalieron de la superficie.



 

El antiguo juego de las sombras cobró aquí una nueva dimensión, desarrollando figuras y animales excepcionalmente realistas. Es increíble que pudieran dar forma a estos seres vivos únicamente con sus manos. La rueda de la muerte puso un nudo en la garganta del respetable, en una proeza de valentía y de desprecio por la vida. Los últimos treinta minutos lograron un ritmo tan frenético y épico, que ni la mejor película de Hollywood podría igualar. De una forma inexplicable, no menos de doce estructuras cilíndricas de más de 20 metros de altura aparecieron en escena. Los actores saltaban de unas a otras, mientras animales de decenas de metros, entre ellos una gran serpiente, se deslizaban por estas formas tubulares. Esta escena, denominada “El Bosque”, fue la más hermosa de Kà, acompañada de una deliciosa banda sonora. La batalla final se desarrolló totalmente en vertical, apoyada en actores que volaban los unos sobre los otros y peleaban utilizando un sistema de detección de movimiento. El reconocimiento del público se tradujo en una ovación cerrada, con la mayoría de la audiencia en pie. Pese a tratarse de un pabellón cubierto, eso no impidió que se sucedieran los fuegos artificiales, una gran rueda de fuego y una explosión final desde cuatro posiciones distintas hacia el centro del escenario.

Ahora bien, sin apenas tiempo para reflexionar, ¿cómo explicar a otra persona que estructuras del tamaño de edificios se desplazaban por el aire llevando en volandas a los actores frente al público? Resultaba frustrante entonces y lo sigue siendo ahora.






Aún con la boca abierta por el espectáculo al que asistí, me siento como un niño pequeño que desea más, una y otra repetición cada día. Entonces, no comprendí el humor del Cirque du Soleil, porque no lo conocía. Me dejó frío, ya que no encajaba en una historia épica. Ahora que he visto numerosos espectáculos del Cirque por televisión, lo comprendo a la perfección. Deseo fervientemente poder regresar para verlo nuevamente y poder extender mis visitas a otras representaciones del grupo, aunque seguramente me tenga que conformar en un futuro con poder verlo en dvd, dada la distancia.

Desde un punto de vista económico, es muy difícil que Kà sea rentable por sí solo, pues supone un millón de dólares en gastos adicionales cada semana. No obstante, a buen seguro consigan una generosa recaudación gracias al dinero obtenido con los restaurantes, reservas de habitaciones, juego y regalos.