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World Trade Center      


         

Director: Oliver Stone

Intérpretes: Nicolas Cage, Michael Peña, Maria Bello, Jude Ciccolella, Patti D'Arbanville, Maggie Gyllenhaal, Frank Whaley.

Nacionalidad: Estados Unidos

Duración: 129 minutos.

por Asier Sisniega 

Todos nosotros hemos visto cientos de veces las tremendas imágenes de los atentados del 11 de Septiembre. Probablemente los que fueran los mayores atentados de la historia de la humanidad fueron también las imágenes más impactantes que la televisión ha emitido en directo en su corta vida de apenas 5 décadas. Recordamos el lugar en el que nos encontrábamos o cómo nos enteramos de la noticia. Sorprende saber que mucha gente, incluso joven, desconocía por completo qué eran las Torres Gemelas o el complejo del World Trade Center. Pese a haber visto centenares de películas ubicadas en la Gran Manzana no conocían las Torres y simplemente no tenían conciencia de la magnitud de una tragedia que se iba a cobrar las vidas de muchas de las miles de personas que allí trabajaban.

Al escribir la opinión o análisis de una película, como de cualquier novela u obra de teatro, no se debe escribir en primera persona, ni nombrar temas personales, pero en el 11-S al igual que en el otro fatídico 11 para nosotros, el 11-M, conviene hacer una excepción. Yo particularmente me encontraba en casa viendo una cinta de vídeo con episodios grabados de la comedia Loco por ti, en una racha en que me dio por ver multitud de comedias. No se por qué razón di al stop como si algo me empujara a ello y detuve la reproducción. La comedia se tornó drama al ver en Antena 3 las imágenes de las Torres ardiendo a las 3 en punto de la tarde. Yo siempre me había interesado mucho por la ciudad de Nueva York, al igual que otras grandes capitales como París o Praga, así que rápidamente puse a grabar el vídeo, perdiendo otras grabaciones, pero conservando un documento histórico en directo que rápidamente comprendí que era muy importante. Me encontraba solo en casa con mi abuela Palmira que estaba en otra habitación, una mujer ciega de 93 años de edad en aquellos momentos. Mi madre había ido a la escuela de idiomas para recoger mi matrícula y así poder yo estudiar para un examen de fiscalidad el 13 de Septiembre. Mi madre soportó tres horas de cola, pero yo no estudié viendo las imágenes más impactantes que había visto en mi vida y cada poco rato iba corriendo a la habitación de mi abuela para narrar lo que estaba sucediendo y explicarle aquello que una mujer de su edad no lograría entender. Desde entonces, por alguna razón, dejé de ver comedias. Mi madre nunca me perdonó que no estudiase durante las horas de los atentados y por cierto, suspendí el examen de fiscalidad con un magnífico 0,3, la peor nota de mi vida. 5 años después y casi coincidiendo con el estreno de la película estuve en la Zona Cero, en el quinto aniversario de los atentados.



   


Al igual que ocurrió con Pearl Harbor en diciembre de 1941, la industria de Hollywood desarrollaría múltiples proyectos que mostrarían lo sucedido, el día de la infamia. La cuestión era saber el tiempo necesario para que el público digiriera el mal trago. En el caso de Hawai fueron necesarios 8 años. En este caso han sido necesarios 3 menos, ya que películas como Fahrenheit 9/11 o el proyecto conjunto 11-9-2001 no mostraban los atentados desde dentro. Oliver Stone era sin duda el director más indicado para no caer en una cinta sensiblera o excesivamente patriótica, un director que ha probado sobradamente su crítica al gobierno de Estados Unidos con cintas como JFK, Platoon o Nacido el 4 de Julio, entre otras muchas. Sin embargo, a tenor de las cifras de recaudación y de la opinión de la gente, aún era demasiado pronto para este paso.

La cinta se centra en las vivencias del sargento de la policía portuaria John McLoughlin (Nicolas Cage) y Will Jimeno (Michael Peña) durante aquellas fatídicas horas. Todo comienza con un día normal de finales de verano, desempeñando su labor en la enorme terminal de autobuses de la Octava Avenida. Los ataques obligan a movilizar a todos los agentes disponibles, en medio de una marejada de noticias confusas. El sargento McLoughlin, que ya afrontara los atentados de 1993, encabezará uno de los grupos que se adentra en la Torre Sur, poco antes de que ésta se derrumbara, quedando atrapados bajo la galería comercial. Tras fallecer varios de sus compañeros, los dos policías sobrevivirán al dolor mientras sus familias esperan angustiadas las noticias sobre su paradero. Como sabemos, John y Will fueron la penúltima y antepenúltima persona en ser rescatadas.

La primera indicación de la película es una frase que destaca que todo está basado en los relatos de los supervivientes y que nada se ha dejado a la imaginación. Yo iría aún más lejos, pero la intención de Oliver Stone ha sido analizar lo ocurrido a dos personas y sus familias, renunciando a todo lo demás. Apenas recibimos información de lo ocurrido en Washington, y el avión estrellado en Pennsylvania ni siquiera es mencionado. Del mismo modo, la película se debe de ver de forma totalmente independiente a lo ocurrido después, las dos guerras en Irak y Afganistán, amén de otras muchas medidas de la horrorosa y vergonzante política de George Bush y su Gobierno. Pero esto resulta imposible para la mayoría de la gente. Poder disociar todo lo ocurrido después de lo que fueron los atentados requiere un esfuerzo, que muchos no están dispuestos a realizar por motivos mayormente políticos, en una época en que el esfuerzo no se realiza gratuitamente. Y he aquí donde radica gran parte de las pedradas que se han lanzado contra Stone, especialmente desde Europa,  en una especie de moda desde la prensa.

 




Si el director neoyorkino estrena esta película, la prensa descarga en su contra el maniqueísmo, el almíbar barato y el patriotismo trasnochado, pero poco se publicitó por ejemplo su polémico documental Looking for Fidel, donde resumía las 32 horas de entrevista que mantuvo con el líder cubano y que tuvo que enfrentarse con las duras reticencias en Estados Unidos. Algo muy similar ocurrió con su anterior Comandante, igualmente dedicada al cubano más universal.

World Trade Center arranca con un bonito amanecer en la ciudad de los rascacielos el 11 de Septiembre. Mediante sucesivos planos vemos cómo despierta la ciudad y cómo se llega a las 8:46 de la mañana, momento del primer impacto. En ningún momento se busca el sensacionalismo mostrando a ritmo de vídeo clip cómo los aviones chocan una y otra vez desde todos los ángulos posibles. Por el contrario, se nos enseña todo a través de los ojos de John y de los otros policías, en medio del desconcierto. Es así, una película en primera persona durante buena parte del metraje. La puesta en escena en el World Trade Center es buena, en un par de secuencias se nos muestra a la gente herida, los edificios golpeados y el caos allí reinante entre una nube de papeles y personas que saltan en un vuelo desesperado. Ya dentro, un Cage muy identificado con su personaje y sus subordinados no realizarán tareas heroicas, sino que no tienen ni siquiera tiempo suficiente para comenzar a ascender el edificio, algo que a la postre les salvaría la vida. Stone decide aparcar sus habituales montajes impactantes, resultando más difícil de encontrar las huellas características de su cine.

En el medio de un mar de ruinas, de vigas y paredes que se retuercen, quedan atrapados tres del grupo de policías. Uno de ellos muere pronto de forma horrible tras intentar rescatar a Will Jimeno. Es en este punto donde durante más de una hora viviremos a caballo de la angustia de ver a los dos personajes atrapados entre los escombros y sus familias que no paran de atormentarse. Los dos policías hablan de su pasado, de sus mujeres e hijos, de sus planes para el futuro, es decir, de esperanza y ganas de vivir. Ello les permite no quedarse dormidos y sobrevivir a las terribles circunstancias, hablando de cosas personales pese a apenas conocerse. Hay escenas que confío en que fueran reales en que en medio de un repentino diluvio de escombros se llegan a decir “te quiero”. Ahora pensemos por un momento. Los críticos comienzan a despellejar la película por esta supuesta cursilería y merengue, pero ¿realmente piensan ustedes que en semejante situación extrema iban a pensar en algo que no fuera sus hijos, su pareja o sus amistades? ¿En aquello que han vivido y en los proyectos aún pendientes o por el contrario, en qué ha motivado todo aquello? Si somos ahora un poco coherentes y tenemos la muerte llamando a la puerta, no pensaremos en cosas banales, como los errores de la política exterior, sino en aquello que hace que la vida merezca la pena a pocas ganas que tengamos de vivir.

 




A lo mejor muchos prefieren ver cuerpos desmembrados o ver cómo se volatilizan en medio de una explosión de queroseno, para poder hablar de la crudeza de lo vivido o de lo realista que es la película, pero del modo en que la ha mostrado Stone es la forma en que debe de ser mostrada, de forma humana. Y no es precisamente un director que no haya visto los aspectos más horribles de la condición humana, dado su participación en la guerra de Vietnam. Estos cerca de 45 minutos donde los actores protagonistas sólo se comunican con un fino hilo de voz arrebatado a la muerte es angustioso, y sobre todo puede cansar a espectadores inquietos, impacientes por la acción e incapaces de ver un film donde sus protagonistas están atrapados de pies y manos.

Nicolas Cage vuelve a demostrar que pese a haber participado en películas deleznables es un actor de probada calidad y a buen seguro logrará una nueva nominación al Oscar con esta película. El resto del plantel lo forman unas eficaces Maria Bello, Maggie Gyllenhaal y Michael Peña. La película cuenta con un par de escenas muy emotivas, una de ellas es cuando se produce el derrumbe de la Torre Norte, mientras ambos están todavía atrapados en el interior, y la otra cuando sus familias son informadas de que están vivos y se produce el encuentro con ellos. Hay que destacar también un final muy sensato donde un Nicolas Cage en voz en off nos recuerda que en aquellos días se vivió una explosión de bondad, bondad ésta que se creía ya perdida en la sociedad del recién nacido siglo XXI.

Pero no todo en el monte es orégano. Un programa cinematográfico de la televisión pública española dictaminaba que en la película había demasiados uniformes. Esto es totalmente cierto. Stone se centra en estos dos policías y prácticamente todo cuanto les rodea son bien otros policías, militares o bomberos, permaneciendo la población civil prácticamente al margen. Hace pocas semanas Cuatro emitía un documental de las televisiones públicas francesa, inglesa y alemana titulado 11-S, 5 años después. En este documental y cronológicamente se nos mostraban actores interpretando a trabajadores reales que se encontraban en las torres. Se centraban en aproximadamente 10 personas, uno de ellos bombero, donde algunos salieron con vida, pero otros no corrieron tanta suerte. De la misma manera, había gente de diferentes razas, con un único fin común, sobrevivir. Este relato tomaba una muestra representativa de la totalidad de los afectados en las torres que resultaba muy eficaz, pues mostraba no sólo conversaciones telefónicas grabadas realmente, sino las declaraciones de los supervivientes y de los parientes de los que fallecieron.






Esto es precisamente lo que más se hecha de menos en World Trade Center. Una muestra más amplia habría restado presencia a un proyecto que sin duda requería por parte de los grandes estudios de una gran figura al frente del reparto, mientras que un reparto coral no hubiera hecho posible jugar con esta baza sobre seguro y los costes hubieran sido aún mayores. Sin embargo, esta segunda opción hubiera sido más deseable, quizá más ambiciosa y grandilocuente, pero mucho más representativa.

Tal y como está la película no funciona el personaje del ex marine que se desplazó desde otro estado para ayudar en las tareas de rescate. El personaje que se nos presenta como un perturbado añade un excesivo tono militar, pero así fue lo que realmente ocurrió.

Aprovechando mi reciente viaje a la Gran Manzana, me acerqué varias veces a la Zona Cero, desde por supuesto el respeto. El mismo respeto que tengo hacia las víctimas de Madrid, de Londres, de Bali o de Bombay, aunque por cercanía siempre nos afecta más lo ocurrido dentro de nuestras fronteras. Al rodear el lugar de los atentados y ver las interminables listas de fallecidos, las grandes fotografías de la tragedia en una exposición al aire libre, así como algunos recuerdos en forma de mensajes de amor en las paredes o de flores, te hace reflexionar sobre lo sucedido. Yo siempre digo que me resultó muy difícil asociar aquellas imágenes que tantos cientos de veces hemos visto en televisión con el suelo que estaba pisando y el vacío de aquel solar. Pero lo que más me sobrecogió fue ver que los bomberos que están junto a las desaparecidas torres son personas de carne y hueso, al igual que los policías y al igual que los trabajadores que cada día se acercan al Downtown. Son personas como usted lector o yo, que ríen, que lloran, que tienen inquietudes, quebrantos y ambiciones. Que se preocupan por sus familias o sus amistades, o de nimiedades absurdas como todos hacemos, o con aficiones iguales a la suya y a la mía. Eso es algo que recogí de mi visita al lugar de la tragedia, que en ningún caso los fallecidos deben de ser objeto de argumento político como se empeñan en utilizar una y otra vez la clase política. Yo no quiero políticos, quiero personas y en Nueva York había personas, muchas miles que han sufrido demasiado como pude comprobar en aquellos días.

Las guerras posteriores, especialmente la de Irak son hechos terribles, acciones ilegales llevadas a cabo por los mandatarios y grandes multinacionales, no por el limpia cristales de las torres, ni tampoco por los oficinistas o por los 12 inmigrantes mexicanos sin papeles que murieron en las torres. Esto es lo que no debemos olvidar al ver esta película. Muchos entrarán aquí en disquisiciones políticas y electorales, pero el sistema de votación estadounidense es demasiado complicado para entrar a valorarlo aquí, y ése no es el objetivo de un análisis fílmico.

En fin, una cinta muy recomendable, que en el futuro será superada seguramente por proyectos aún más completos. 


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